Abril es para Ruanda el mes de la memoria. Es el período en que vuelven a doler las cicatrices del genocidio que comenzó el 7 de abril de 1994 y dejó un saldo de casi un millón de muertos. La mitad de esa cifra fueron mujeres y niños.
Abril es el mes de la memoria mucho más este año, en que el pequeño país africano conmemora el vigésimo quinto aniversario de una masacre inenarrable, a cuyo término -cien días más tarde- absolutamente todo constituía una prioridad.
¿Por dónde se empieza a reconstruir un país destrozado, sembrado de cadáveres sin enterrar y con sobrevivientes que se sienten culpables por estar vivos? Por la educación y la justicia.